Hoy vamos a hablar de nosotras.

Cuando nos convertimos en madres y trabajamos fuera de casa nos asalta el sentimiento de culpabilidad. Con mi hijo mayor me pasó, me sentía culpable por dejarlo en la guardería, irme a trabajar y no poder pasar apenas tiempo con él. Con mi hijo pequeño fue más de lo mismo y el mejor regalo que pude hacerme en ambos casos fue disfrutar de la baja por maternidad, que evidentemente se me hizo muy corta.

Con mi hijo mayor tuve alguna época en la que no trabajaba y a pesar del hecho de no tener trabajo, fue bueno a nivel personal porque podía pasar más tiempo con él, podía llevarlo y recogerlo del cole, ayudarle a hacer los deberes, ir al parque, jugar,… con mi hijo pequeño esos momentos no los he tenido y se nota. He podido tener alguna tarde puntual libre o la oportunidad de tener algunos días de vacaciones, pero desde hace 1 año ya no y al final pasa factura.

El sentimiento de culpabilidad con mi hijo mayor ha ido menguando…bueno, menguando tampoco, hemos aprendido a estar juntos de otra manera y muchos días cuando no tiene clase se viene conmigo al trabajo, pero aún así me pierdo por ejemplo sus partidos de los sábados.

En mi caso, el problema es que mi trabajo no me permite ni tan siquiera llevarles al médico, quedarme con ellos cuando están enfermos, acudir a las reuniones de guardería e instituto, acudir a los festivales, bueno ni estar enferma yo y quedarme en casa…todo esto genera mucho estrés, mucha ansiedad y evidentemente mucho sentimiento de culpa.

Mi primer propósito para este año es cambiar esa situación y he tomado la decisión de hacer una reducción de jornada, pues al menos podré pasar más tiempo con mi marido y con mis hijos y tendré a alguien que me sustituya cuando lo necesite e incluso podré tener vacaciones!

Evidentemente llegado ese punto en el que tomas una decisión como la mía, has de sopesar muy bien los pros y los contras, porque evidentemente si reduces tu jornada, también se reduce tu sueldo. Así que tal y como está montado el mundo laboral en nuestro país o sacrificas tu vida personal o sacrificas tu vida profesional. Si tienes la suerte de poder emprender por tu cuenta para poder conciliar es genial, pero sino hay que intentar equilibrar la balanza lo mejor que puedas.

Lo peor de todo es que tengas que justificar estas decisiones, porque todo el mundo no las entiende, lo que hace que también te sientas culpable por tomar esa decisión. Al final nuestra vida es una montaña rusa de culpabilidad y eso no puede ser. Cada una debe gestionar ese sentimiento de culpabilidad de una forma, en función de sus circunstancias y sus necesidades.

En mi caso lo que tengo claro que está decisión es mía, consensuada con mi marido y alabada por mis hijos, así que con eso me sobra. Si llegado el momento lo considero oportuno volveré a trabajar a jornada completa y sino no…hay que empezar a pensar en nosotras mismas y en lo que necesitamos. ¿Y qué más necesitamos? Tiempo para nosotras, pero eso lo dejamos para otro post 😉